Archivar en diciembre 20, 2019

Si bebes, no conduzcas. Ya lo sabes!!!

El acohol es un claro factor de riesgo en la conducción. Se ha calculado que de cada 100 accidentes mortales, el alcohol esta implicado entre unos 25 y 30 de ellos. Por ejemplo en España, el alcohol sólo o en combinación con otras sustancias está presente en cerca del 70% de los conductores muertos y casi el 55% de los peatones muertos en siniestrada viales.

La alcoholemia representa el volumen de alcohol que hay en la sangre y se mide en gramos de alcohol por cada litro de sangre (g/l) o su equivalente en aire espirado (mg/l). La tendencia internacional es la de ir rebajando cada vez más las tasas de alcoholemia permitidas para conducir. Esto responde a un hecho: la única tasa realmente segura es la de 0,0 g/l, ya que con alcohol ya puede afectar a nuestras capacidades psicofísicas para conducir.

La tasa de alcoholemia depende, como es lógico, de la cantidad de alcohol que tomemos. Sin embargo, este no es el único factor implicado. Por ejemplo, otros factores que influyen sobre la tasa de alcoholemia y la velocidad con la que se alcance son: la rápidez con la que tomemos las bebida, si hemos comido antes, la edad, el sexo, el peso o la hora del día, entre otros.

Todo esto modifica la llamada curva de alcoholemia y hace que sea muy díficil saber con exactitud si nuestra tasa supera los límites permitidos.

Son muchos los mitos y falsas creencias que circulan alrededor del alcohol y de la conducción. Por ello tienes que ser muy crítico con todos estos tópicos erróneos y, basándote en una información adecuada, debes ser capaz de valorar el verdadero riesgo que va a derivarse de una condución asociada al alcohol.

El alcohol afecta gravemente al proceso de toma de decisiones del conductor en todas sus etapas. Sus efectos alteran de manera importante desde las funciones perceptivas, hasta las habilidades psicomotoras y tu propia capacidad de razonamiento. Esto hace que bajo los efectos del acohol se cometan muchos más errores, además de tardar mucho más en tomar una decisión.

Dada la gravedad que implica beber y conducir, las consecuencias legales que pueden derivarse de la conducción bajo los efectos del alcohol pueden llegar a ser muy duras. Además de las sanciones administrativas que podemos recibir, la conducción bajo los efectos del alcohol también tiene consecuencias penales en algunos casos.